Seguimos con la segunda parte de la ya mencionada publicación del histórico “El Impuesto Único” en la cual se cuentan los hechos más relevantes de la vida de Henry George. Esta vez, os presentamos sus hazañas como escritor.
J. Ayo
II
Henry George, escritor
La carrera de Henry George como escritor puede decirse empieza en 1865. El 25 de marzo escribió su primer artículo titulado «Del provechoso empleo del tiempo». Este fue bien pronto seguido por otros dos, titulados «Las leyes referentes a la marinería» y un artículo «Defensa de lo sobrenatural».
En el periódico Alta California publicó otro artículo con motivo del asesinato del Presiente Abraham Lincoln y pocos días después de publicarse le contrató el editor como reporter especial para describir los funerales y manifestaciones de duelo en toda la ciudad. Esta fue la primera paga que recibió como escritor.
Siguió escribiendo artículos y «cartas al editor» con el seudónimo de «Proletarian» hasta que sus méritos fueron reconocidos por Neah Brooks, quien en 1866 le hizo ingresar en la redacción del periódico de San Francisco Times. En seis meses ascendió al puesto de Director con un sueldo de 200 duros al mes.
En octubre de 1867 nació su tercer hijo, una niña, a quien puso el nombre de Jennie Teresa.
Sin desatender su puesto escribió artículos para diversas revistas y en 1868, con motivo de la terminación de las obras del ferrocarril, escribió un artículo para el Overlan Monthly, que es notabilísimo no solo por su espíritu profético, sino porque fue el primer indicio de la misión que este grande hombre había de desempeñar. A continuación copiamos unos párrafos:
«La terminación de este ferrocarril y el consiguiente aumento de negocios y población, no será beneficiosa para todos nosotros sino solo para unos pocos. Como regla general (sujeta naturalmente a excepciones) hará más ricos a los ya poderosos; pero para los que nada tienen les será más difícil la vida. Los que tienen tierras, minas, negocios bien establecidos, destreza especial de cierto género se encontrarán más ricos porque aumentarán las ocasiones; los que no tienen más que su trabajo, se encontrarán más pobres y les será más difícil la vida; primero a causa de que se necesitará más capital para comprar tierras o establecerse; y segundo, porque como la competencia reduce los salarios será mucho más difícil que ellos puedan adquirir ese capital.»
Por ese artículo, de unas siete mil palabras recibió Henry George 40 duros.
En Agosto de 1864 dejó el Times Henry George por habérsele rehusado un aumento de sueldo que había solicitado.
Durante todo este tiempo de relativa prosperidad no había dejado de hacer frecuentes remesas de dinero a sus padres para ayudarles en sus necesidades. Esto no le impidió hacer algunos ahorros que tenía depositados en un banco. Entonces quiso realizar un ensueño largamente acariciado: el de ir a Filadelfia, y envió por delante a su familia al cuidado de su hermano Jonn Wallance George que había ido a California tres meses antes.
Su intención era ir en seguida a reunirse con ellos; pero en esto se fundó un nuevo periódico en San Francisco, La crónica, del que fue nombrado director, cargo que solo desempeño unas semanas por no estar conforme con la política del periódico. Pasó a la dirección del Heraldo de San Francisco y se encargó de ir comisionado a Nueva York para negociar el ingreso de este periódico en la Asociación de la Prensa o en otro caso montar un servicio telegráfico especial.
A primeros de Diciembre de 1868 salió con esta comisión para el Este en una diligencia de cuatro caballos, pues todavía no se había inaugurado el ferrocarril transcontinental. «Pasé muchas noches en el pescante, dice en sus notas, y con gran contento alcanzamos, por fin, el ferrocarril donde logré un sleeping-car aunque entonces una cama servía para dos personas.»
Fue primero a Filadelfia donde pasó varios días con toda su familia. Después pasó a Nueva York a desempeñar su comisión. Habiendo rehusado la Asociación la entrada del nuevo diario en su sociedad, se dedicó a montar el servicio de noticias por telégrafo con el mayor éxito, por lo cual visto por la referida Asociación intrigó hasta conseguir se elevaran las tarifas al nuevo periódico y se bajaran para la Asociación. Luchó cuanto pudo, nuevo David, contra el Goliat gigantesco monopolio del telégrafo y de la Prensa. Salió derrotado y dejando a su familia en filadelfia se volvió a San Francisco el 20 de mayo de 1869.