Periódico de la Liga Española del Impuesto Único Archives - Marko Vlahovic-Adamec https://marko-vlahovic-adamec.com/category/general/periodico-de-la-liga-espanola-del-impuesto-unico/ Bienvenido a "mi casa" internauta. Sun, 08 Nov 2015 17:49:41 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8 230814975 El problema de la propiedad – El Impuesto Único – nº1- Abril de 1914 https://marko-vlahovic-adamec.com/el-problema-de-la-propiedad-el-impuesto-unico-no1-abril-de-1914/ Sun, 08 Nov 2015 17:49:41 +0000 http://impuestounico.es/?p=170 A este problema se debe la mayor parte de las discordias que conmueven al mundo desde las miserias de los tugurios hasta los divorcios de las gentes aristocráticas. En él estriba el cimiento del problema social. En todos los países podemos ver que hay dos clases de propiedad: una hecha por la ley y otra […]

The post El problema de la propiedad – El Impuesto Único – nº1- Abril de 1914 appeared first on Marko Vlahovic-Adamec.

]]>
A este problema se debe la mayor parte de las discordias que conmueven al mundo desde las miserias de los tugurios hasta los divorcios de las gentes aristocráticas. En él estriba el cimiento del problema social.

En todos los países podemos ver que hay dos clases de propiedad: una hecha por la ley y otra hecha por el trabajo. A la primera suele llamarse la propiedad por antonomasia o la propiedad real, probablemente para ocultar su carácter artificial. A la segunda se le designa con el nombre de propiedad mobiliaria; pero cuando se trata de mejoras y edificios sobre un terreno se los confunde con la propiedad de este terreno llamándose inmueble, no por descuido, sino deliberadamente para introducir la confusión mental e impedir el reconocimiento de la fundamental diferencia entre las mejoras y el terreno que por naturaleza son cosas tan distintas. ¡Inmueble un edificio que empieza por construirse a piezas transportadas en volquetes, carros y carretillas; que constantemente se le están añadiendo y quitando cosas y que al demolerse vuelve a transportarse todo del mismo modo! Lo que se trata es de impedir se distinga este valor del de el solar que le sustenta. El solar, la tierra, es un don del Creador y su valor lo crea la comunidad, mientras que el de los edificios y demás mejoras, es debido al trabajo individual.

La palabra inmueble aplicada a las construcciones, es, pues, insidiosa. Se quiere hipócritamente hacer creer al espíritu público que el solar y el edificio o el terreno y sus mejoras forman una misma cosa, y efectivamente, se ha conseguido ese resultado porque todavía para la mayoría de las gentes pasa inadvertido que los edificios están construidos sobre la tierra.

Un piano de cola, un motor de vapor y otros artefactos, son más difíciles de transportar que un muro. Deberían, pues, llamarse también inmueble como las casas, y sin embargo, a nadie se le ha ocurrido darles ese nombre. Se está viendo clara la intención de fomentar la mental confusión del pueblo para impedirle reconocer la fundamental diferencia que hay entre la tierra y sus mejoras.

Otra razón de por qué se llama propiedad real a la hecha por la ley, es que su posesión capacita al amo para obtener la otra clase de propiedad mucho más fácilmente y en mayor cantidad que por cualquier otro método. En este sentido, es seguramente, muy real.

En una sociedad regida por el orden o gobierno natural, no habría más que una clase de propiedad que consistiría únicamente en las cosas hechas por el trabajo. Ninguna otra clase de propiedad debiera tolerarse en un país verdaderamente civilizado. La razón de esta afirmación aparece claramente cuando se considera la naturaleza de la propiedad hecha por la ley en sus diversos aspectos, tales como la propiedad de la tierra, las concesiones de servicios públicos, el proteccionismo, etc., etc., cuya validez depende enteramente de la tierra. La propiedad hecha por la ley no paga seguros, puesto que ni hay riesgo de incendios, ni se corroe, ni perece.

Veámoslo con un ejemplo: cuando un incendio destruye una ciudad, los dueños de la propiedad hecha por el trabajo lo pierden todo, mientras que los amos de la propiedad hecha por la ley, no pierden nada; al contrario ganan enormemente, porque ante la perspectiva de la reconstrucción de una ciudad más nueva y mejor con los materiales provistos por el trabajo, los solares aumenta de valor. Recientemente está el ejemplo de San Francisco de California. Tal es el poder del monopolio de la tierra protegido por la ley.

Ahora bien, la única razón de por qué la propiedad hecha por la ley es útil a los amos, es que merced a ella se apoderan de enormes cantidades de lo que el trabajo produce, sin dar nada en cambio. Esta es la alquimia que en pleno siglo XX transmuta las piedras en oro. Si no fuera por esta peculiar cualidad, no tendría ninguna ventaja esta facultad de exigir tributos creada por la ley y nadie se cuidaría de ella; pero a causa de tal cualidad es buscada por los especuladores y capitalistas en todas partes.

Las riquezas únicamente pueden producirse por el trabajo, no por la ley. La ley no puede hacer riquezas, sino únicamente tomarlas después de hechas, estas son las funciones fundamentales de las leyes; tomar las riquezas primero y defenderlas después, lo cual es el principal asunto en una inversión. ¡Qué grande es la ley!

La sociedad llamada civilizada gravita alrededor de la idea de conservar las inversiones antes que conservar los hombres, y como quiera que la mayoría de las propiedades son hechas y mantenidas por la ley, se sigue de aquí que para mantener la integridad de las inversiones, tal como hoy se reconocen, deben sacrificarse millones de hombres, de aquí que las mujeres y los niños de los pobres son sacrificados; y así tiene que suceder, pues no puede ser de otra manera mientras exista la propiedad hecha por la ley en la escala actual. Si la sociedad continua fiando la integridad de la propiedad hecha por la ley, únicamente puede hacerlo a expensas de la propiedad hecha por el trabajo y de los productores. No hay ni puede haber otro modo.

Esta es la única explicación de la universal carestía de las subsistencias en un siglo en que los poderes de producción han aumentado colosalmente. El poder de exigir tributo de la propiedad hecha por la ley está limitado únicamente por la capacidad de pagarlo que tienen los productores de la propiedad hecha por el trabajo. Esta es la razón de que la vida del obrero sea una horrible pesadilla en vez de una fiesta continua, y esta es la razón por la cual los trabajadores de todas clases están cada vez más inseguros e intranquilos y por la que el mundo del trabajo protesta airadamente contra las insoportables cargas con que le agobian los intangibles, pero ciertos, procedimientos de la Ley.

La propiedad hecha por la ley es la raíz de los males sociales. Es insidiosa en sus procedimientos, omnipotente, irresistible y misteriosa. Es compleja para los no iniciados; pero tiene una fácil solución para todo aquel que sea capaz de analizar un problema y separe de un modo lógico sus elementos. El problema es enteramente económico y no consiste en ninguna lucha de clases.

El antagonismo está entre el hombre y las instituciones de la propiedad privada de la tierra. Es un inmoderable antagonismo entre las dos clases de propiedades: la producida por el trabajo y la producida por la ley, y nada podrá remediarlo sino volver al orden natural y salvar así tanto la vida social como la individual.

No se podrá impedir la catástrofe si no se reconoce pronto QUE NO HAY MÁS CLASE DE PROPIEDAD QUE LA PRODUCIZA POR EL TRABAJO.

Esta es la simple, científica, justa, obvia, lógica, defendible y necesaria limitación del derecho de propiedad. Si no fijamos este límite, siempre estaremos abocados a la certeza de que el derecho de propiedad devorará a la humanidad.

Si se quiere que la propiedad cumpla su misión propia hay que reducirle a su propia esfera. Hay que limitarla y fijarla, y esto sólo se conseguirá reconociendo que NO HAY MÁS CLASE DE PROPIEDAD QUE LA PRODUCIDA POR EL TRABAJO.

Henry H. Hardinge

The post El problema de la propiedad – El Impuesto Único – nº1- Abril de 1914 appeared first on Marko Vlahovic-Adamec.

]]>
170
Dedicado a Henry George – El Impuesto Único – nº10 – Septiembre de 1912 https://marko-vlahovic-adamec.com/dedicado-a-henry-george-el-impuesto-unico-no10-septiembre-de-1912-4/ Sun, 18 Oct 2015 15:00:54 +0000 http://impuestounico.es/?p=125 Continuamos con los artículos dedicados a la vida de Henry George. Esta vez, presentamos la cuarta parte, dedicada a la elaboración del que fuera uno de los libros más vendidos de los Estados Unidos de América: “Progreso y Miseria”. J. Ayo IV Elaboración del monumental libro: “Progreso y Miseria” El 4 de Diciembre de 1871 […]

The post Dedicado a Henry George – El Impuesto Único – nº10 – Septiembre de 1912 appeared first on Marko Vlahovic-Adamec.

]]>

Continuamos con los artículos dedicados a la vida de Henry George. Esta vez, presentamos la cuarta parte, dedicada a la elaboración del que fuera uno de los libros más vendidos de los Estados Unidos de América: “Progreso y Miseria”.

J. Ayo

IV

Elaboración del monumental libro:

“Progreso y Miseria”

El 4 de Diciembre de 1871 apareció el primer número del periódico Daly Evening Post fundado por Henry George con escaso capital. Dos años más tarde tuvo que hacer un empréstito para sostenerle y habiendo exigido el prestamista (el senador John P. Jones) en 1875 la devolución inmediata del dinero, el 27 de Noviembre fue entregado en pago el periódico a sus representantes sin un céntimo de compensación.

«Me quedé –dice Henry George en sus notas-, otra vez sin dinero y entonces escribí al Gobernador Irwin a cuya elección había yo contribuido meses antes, pidiéndole un destino donde tuviera poco que hacer y un regular sueldo para poder dedicarme a escribir algo muy importante. Inmediatamente me concedió el destino de Inspector de los Contadores de gas del Estado de California que me proveyó de lo necesario para la vida, aunque con intermitencias, sin ocuparme mucho tiempo.»

Mientras tanto, la familia había ido a San Francisco a reunirse con él. En 13 de Enero de 1867 Henry George tomó posesión de su cargo. El 15 de Agosto debutó como orador en un meeting disertando sobre el tema «La Cuestión ante el pueblo» y comenzó a revelarse como un elocuente apóstol.

A mediados de 1877 dio una portentosa conferencia en la Universidad de California en Berkeley. Tres cuartos de hora duró la conferencia que maravilló a sus oyentes; pero el efecto en el profesorado fue terrible. ¿Cómo habían de soportar la fina ironía con que les fustigó? El resultado fue romper el compromiso que con él habían contraído para adjudicarle la Cátedra de Economía Política de nueva creación en aquella Universidad.

El 4 de Julio de 1877, con ocasión del aniversario de la Independencia pronunció un memorable discurso sobre el tema «La República Americana».

El teatro de California era pequeño para contener el auditorio que acudió llamado por su ya creciente fama. El discursó terminó con un majestuoso apóstrofe a la Libertad, que difiere poco del que hoy podemos leer en «Progreso y Miseria» y pocos se dieron cuenta de que aquel era el primer ataque oral a la fortaleza de «los intereses creados» (propiedad privada de la tierra).

Con fecha 18 de Septiembre de 1877 puso Henry George manos a la colosal obra que bautizó con el nombre Progreso y Miseria. Su alma entera retornaba el antiguo problema que tanto le sobrecogió y atormentó y que no le dejaba descansar. Todo el país sufría industrial depresión. Los motines y desórdenes eran frecuentes en las grandes ciudades. Grandes huelgas de ferroviarios amenazaban el Este y las tropas se pusieron sobre las armas. Hubo una revolución en Baltimore, en Chicago funcionó la artillería y en Pitsburgo las víctimas montaron a 200 y las pérdidas materiales a 12 millones de duros.

Entonces se sentó ante su bufete Henry George a comenzar la obra que luego resulto ser un monumento.

Esta labor la interrumpió el 2 de Octubre del mismo año, fecha del nacimiento de su cuarto hijo, una niña, a quien puso por nombre Ana Angela. Sus otros tres hijos Henry, Ricardo y Jennie tenían entonces, respectivamente, quince, trece y diez años de edad.

Por el placer que Henry George mostró al rodear de mimos y cuidados a su digna compañera se deducía que recordaba con espanto la época terrible en que vino al mundo se segundo hijo sin haber en la casa ni un pedazo de pan que dar a la madre.

Sin embargo la adversidad llamaba de nuevo a sus puertas. El destino de Inspector de los contadores de gas que parecía tan lucrativo, iba produciendo cada vez menos.

Por entonces, varios iniciados en sus teorías, entre ellos William M. Hinton, James G. Maguire, John M. Days, John Swett, Joseph Leggett, Patrick S. Murphy y S. L. Mann, comenzaron a reunirse con Henry George y su hermano Jolin V. George en el despacho del abogado Maguire en Clay Street para discutir las teorías asentadas en el folleto «Nuestra tierra y nuestra política territorial». De estas discusiones, nació la primera Liga para la abolición del monopolio de la tierra, compuesta de unos treinta socios y que llevó el nombre de «La Liga para la reforma territorial de California».

Esta fue la primera organización en el mundo para propagar las ideas de Henry George. El presidente fue Joseph Leggett un abogado natural de Dublin (Irlanda) y el Secretario Patrick S. Murphy redactor del «Evening Post».

Uno de los primeros actos de esta Liga fue invitar a Henry George a dar una conferencia remunerada, lo que verificó en el Metropolitan Temple el 26 de Marzo con el tema «Por qué escasea el trabajo, el salario es bajo y los obreros descontentos».

Aquella vez la concurrencia fue escasa y su voz clamó en el desierto.

Tres meses más tarde dio otra conferencia en la «Asociación de jóvenes hebreos de San Francisco». Esta conferencia, con el título «Moises» ha quedado como una de las obras maestras de Henry George y todas las Ligas para el Impuesto Único la han publicado desde entonces en forma de folleto.

Después de estas y otras interrupciones ocasionadas por la policía, volvió a su obra que ya no volvió a interrumpir. Oigamos a su hijo:

«Al entrar en su biblioteca, veíamos al autor ligeramente inclinado sobre una gran mesa en el centro de la habitación, escribiendo su libro. Vestido con traje de casa, una mano sujetaba el papel y la otra movía una blanda pluma de oro. Al sentir ruido, se incorporaba un poco volviendo la cara, un brazo en la mesa y el otro sobre el respaldo de la silla en actitud que jamás pude olvidarse: una dulce sonrisa en sus labios, las mejillas brillantes, la frente llena de pensamientos y una expresión inexplicable en sus azules ojos de mirada suave, recta y penetrante como si descansara en el mundo de los ensueños de los puros de corazón.»

Esto era en el número 417 de la calle Primera. Allí se terminó el libro. En su biblioteca había almacenado todas las comodidades que poseía. Por gradual adquisición llegó a reunir cerca de 800 volúmenes que eran su única propiedad en el mundo. Había tratados de Economía política, historia, biografía, poesía, filosofía, ciencias, viajes y descubrimientos y muy pocas novelas.

Su obra la terminó hacia mediados de Marzo de 1879 cerca de año y medio de su comienzo.

The post Dedicado a Henry George – El Impuesto Único – nº10 – Septiembre de 1912 appeared first on Marko Vlahovic-Adamec.

]]>
125
Dedicado a Henry George – El Impuesto Único – nº10 – Septiembre de 1912 https://marko-vlahovic-adamec.com/dedicado-a-henry-george-el-impuesto-unico-no10-septiembre-de-1912-3/ Mon, 05 Oct 2015 14:30:44 +0000 http://impuestounico.es/?p=85 Si ayer hablamos de Henry George como escritor, hoy traemos al filósofo. Os dejamos con la tercera parte de la publicación del histórico “El Impuesto Único”, dedicada a este gran pensador. J. Ayo III Henry George, filósofo Se ha dicho que lo que iluminó el alma de Abraham Lincoln en contra de la esclavitud fue […]

The post Dedicado a Henry George – El Impuesto Único – nº10 – Septiembre de 1912 appeared first on Marko Vlahovic-Adamec.

]]>

Si ayer hablamos de Henry George como escritor, hoy traemos al filósofo. Os dejamos con la tercera parte de la publicación del histórico “El Impuesto Único”, dedicada a este gran pensador.

J. Ayo

III

Henry George, filósofo

Se ha dicho que lo que iluminó el alma de Abraham Lincoln en contra de la esclavitud fue el haber presenciado en su juventud en Nueva Orleans una venta de negros, hombres, mujeres y niños, maridos y mujeres, padres e hijos, en pública subasta.

Del mismo modo lo que iluminó el alma de Henry George en contra de la esclavitud individual fue el contraste de la miseria con la riqueza que advirtió en la mayor de las ciudades del mundo, en su visita a Nueva York en el invierno de 1868 a 1969. Aunque ocupado aparentemente en resolver las dificultades de montar un servicio telegráfico, en realidad eran grandes las pausas en que su entendimiento, libre de las preocupaciones de asuntos personales, se sumergía en el reino de los problemas que cercan a la humanidad.

Al entrar en Nueva York creyó encontrar difundido el material bienestar que parece debiera seguir al progreso en condiciones de libertad política. Su desencanto fue profundo. Si bien encontró la material prosperidad mucho más elevada de lo que la había soñado, riquezas abundantes y comodidades lujosas, halló que lejos de estar difundidas estaba más y más concentradas. En un extremo, fabulosas riquezas; en el otro, miseria tan abyecta que sus víctimas envilecidas carecen de toda esperanza de redención y hasta del deseo de redimirse y entre estos dos extremos un horrible miedo y paralizante inquietud y horror a la miseria que todavía es peor que la miseria misma.

Misterioso fue el modo de descubrir como al paso que la extraordinaria prosperidad material de Nueva York se debía al progreso del poder del trabajo, es precisamente la masa trabajadora la que siempre permanece pobre. Bajo el antiguo régimen de Europa donde ningún productor puede alegar título de propiedad sobre lo que gana en contra del capricho del monarca o del señor feudal esto no hubiera constituido ningún problema. Pero en la libre América, donde el productor posee el producto en virtud de su título como tal productor y goza la liberad de cambiarlo por productos de otros productores. ¿Cómo es posible que en estas circunstancias continúe en la pobreza las clases productoras a medida que aumenta el poder producto del trabajo y el progreso material crece?

Este fue el problema que se planteó Henry George. No fue, como algunos han supuesto, el problema de la miseria solamente, sino el problema de la persistencia de la miseria de las grandes masas trabajadoras o productoras en medio de la abundancia de productos y a pesar del constante progreso del poder productor.

Ni tampoco fue un problema material; porque según el mismo Henry George ha escrito «La miseria no es solamente destitución, significa vergüenza, degradación; es la cauterización como con un hierro candente de las partes más sensibles y delicadas de nuestra naturaleza moral y mental; es la negación de los más fuertes impulsos y de las más caras afecciones; es el destrozo de los nervios más vitales.

Amáis a nuestras mujeres, amáis a vuestros hijos, ¿pero no preferiríais verlos morir que verlos torturados por la miseria en la que viven las grandes masas en todo país altamente civilizado?

Cuando me di cuenta por vez primera de la inmunda miseria de unan gran ciudad me horroricé y sobrecogí de tal modo que no pude descansar, pensando cuál sería la causa y como podría curarse.»

Desde aquel momento dedicó sus ocios al estudio de la Economía política, estudió, severo comprensivo, sistemático, crítico y fundamental para resolver su problema y dar a la solución su demostración lógica en una atractiva forma literaria para dejar impresas las verdades de sus conclusiones sobre el público entendimiento.

Con una tal consagración de su vida llegó a ser Henry George el filósofo a quien hoy se designa con el nombre «El Profeta de San Francisco.»

Aunque desde el principio había observado Henry George la monstruosa asociación del progreso con la miseria, la razón de esta monstruosidad no la encontraba. Por fin vino como una inspiración y fue, sin embargo, sugerida por uno de los hechos más triviales de la vida y con el que estaba muy familiarizado. Lo que distinguió no fue un hecho obscuro, sino una relación, inadvertida hasta entonces, entre hechos de la vida corriente.

Esto ocurrió en 1870 en el momento en que se iba a inaugurar el ferrocarril transcontinental. La demanda por tierra había crecido enormemente en toda la bahía de Oakland donde entonces editaba un periódico Henry George; pero esta demanda no tenía para él otro dignificado que el común y corriente, simplemente una indicación de la prosperidad industrial; una manifestación del progreso de Oakland y San Francisco. Todavía no lo había relacionado con el problema que le traía tan preocupado.

Pero un día que en su distracción favorita de montar a caballo, se alejó entre las colinas, asió de repente el profundo significado de este fenómeno industrial y el terrible enigma de la Esfinge fue resuelto.

Veinticinco años más tarde escribía a un amigo los siguientes recuerdos: «Absorto en mis pensamientos tuve que parar el caballo para descansar. En este descanso acertó a pasar un labriego y por decir algo le pregunté cuánto valía aquella tierra. Me contestó señalando a unas vacas que pastaban a lo lejos, tan lejos que parecían ratas: fijamente no le puedo decir; pero allí hay un hombre que no dará su tierra por menos de mil duros la fanega. Como un rayo se me apareció la idea de que allí estaba la razón del consorcio de la creciente miseria con el creciente progreso. Con el crecimiento de población, la tierra aumenta de valor y los hombres que la trabajan han de pagar más por el privilegio.»

Esta verdad firmemente arraigada en sus pensamientos se fue madurando y desarrollando lentamente durante año y medio hasta que floreció en elocuente expresión.

En este interregno, trajo a su familia a Sacramento donde se había establecido y fundado un nuevo periódico.

A principios de Octubre de 1870 se trasladó a San Francisco con su familia donde había ya ganado excelente reputación por sus obras literarias.

Cuenta la mitología griega que cuando Edipo marchaba hacia la villa de Tebas encontró gran desolación por los destrozos y carnicería causados por el terrible monstruo la Esfinge que tenía el cuerpo de león y la cabeza, pecho y brazos de mujer. Este monstruo planteaba un enigma a todo el que se le acercaba y de no resolverle era el viajero inexorablemente arrojado de cabeza desde lo alto de la roca donde moraba la Esfinge. Muchos habían muerto de este modo por lo que al llegar Edipo las lamentaciones y precauciones eran generales.

Henry George vio en las calles de Nueva York el enigma que la Esfinge plantea a la moderna civilización y que de no resolverle acabará con ella.

En la noche del domingo 26 de marzo de 1871 en su despacho en un segundo piso de la calle Stevenson de San Francisco, Henry George se puso a formular la respuesta al enigma de la moderna Esfinge.

De ella hizo un folleto de 48 páginas en tipo y renglones apretados equivalentes a 150 páginas de un libro corriente, al que dio el título de Nuestra tierra y nuestra política territorial y del Estado.

Dividió la materia en las cinco partes siguientes:

– Las tierras de los Estados Unidos.

– Las tierras de California.

– Tierra y trabajo.

– La tendencia de nuestra presente política territorial.

– Lo que debe ser nuestra política territorial.

Este folleto empezado el 26 de marzo lo terminó el 29 de Julio de 1871 a los 32 años de edad. En su obra póstuma «La Ciencia de la Economía política» puede leerse el siguiente párrafo interesantísimo: «En mi folleto Nuestra tierra y nuestra política territorial expuse la urgencia de concentrar todos los impuestos sobre el valor de la tierra propiamente dicha. Encontrándome un día en la calle con el abogado A.B. Douthitt nos paramos a charlar y me dijo que lo que yo proponía en mi libro era lo mismo que cien años antes propusieron los fisiócratas franceses.

He olvidado muchas cosas; pero el sitio en que oí esto y el tono y la actitud del hombre que me lo dijo han quedado fotografiados en mi memoria. Porque cuando se ha visto una verdad que no ven los que nos rodean es el placer más intenso oír decir que otros la han visto; esto es cierto aunque se refiera a hombres ya muertos antes que nosotros naciéramos. Porque las estrellas que nosotros vemos ahora estaban ya aquí hace cientos y miles de años. Siguen brillando. Los hombres vienen y se van, generación tras generación, como las generaciones de hormigas.»

El folleto alcanzó poca atención. Ni aún en California despertó la opinión pública al reconocimiento que anhelaba. Hacia el final de su vida, dijo refiriéndose a esto (léase «La Ciencia de la Economía política»): «Se vendieron unos mil ejemplares; pero vi que para atraer la atención tenía que elaborar más completa y profundamente el texto.»

Esta obra fue hecho ocho años más tarde cuando escribió «Progreso y Miseria».

The post Dedicado a Henry George – El Impuesto Único – nº10 – Septiembre de 1912 appeared first on Marko Vlahovic-Adamec.

]]>
85
Dedicado a Henry George – El Impuesto Único – nº10 – Septiembre de 1912 https://marko-vlahovic-adamec.com/dedicado-a-henry-george-el-impuesto-unico-no10-septiembre-de-1912-2/ Sun, 04 Oct 2015 14:30:26 +0000 http://impuestounico.es/?p=81 Seguimos con la segunda parte de la ya mencionada publicación del histórico “El Impuesto Único” en la cual se cuentan los hechos más relevantes de la vida de Henry George. Esta vez, os presentamos sus hazañas como escritor. J. Ayo II Henry George, escritor La carrera de Henry George como escritor puede decirse empieza en […]

The post Dedicado a Henry George – El Impuesto Único – nº10 – Septiembre de 1912 appeared first on Marko Vlahovic-Adamec.

]]>

Seguimos con la segunda parte de la ya mencionada publicación del histórico “El Impuesto Único” en la cual se cuentan los hechos más relevantes de la vida de Henry George. Esta vez, os presentamos sus hazañas como escritor.

J. Ayo

II

Henry George, escritor

La carrera de Henry George como escritor puede decirse empieza en 1865. El 25 de marzo escribió su primer artículo titulado «Del provechoso empleo del tiempo». Este fue bien pronto seguido por otros dos, titulados «Las leyes referentes a la marinería» y un artículo «Defensa de lo sobrenatural».

En el periódico Alta California publicó otro artículo con motivo del asesinato del Presiente Abraham Lincoln y pocos días después de publicarse le contrató el editor como reporter especial para describir los funerales y manifestaciones de duelo en toda la ciudad. Esta fue la primera paga que recibió como escritor.

Siguió escribiendo artículos y «cartas al editor» con el seudónimo de «Proletarian» hasta que sus méritos fueron reconocidos por Neah Brooks, quien en 1866 le hizo ingresar en la redacción del periódico de San Francisco Times. En seis meses ascendió al puesto de Director con un sueldo de 200 duros al mes.

En octubre de 1867 nació su tercer hijo, una niña, a quien puso el nombre de Jennie Teresa.

Sin desatender su puesto escribió artículos para diversas revistas y en 1868, con motivo de la terminación de las obras del ferrocarril, escribió un artículo para el Overlan Monthly, que es notabilísimo no solo por su espíritu profético, sino porque fue el primer indicio de la misión que este grande hombre había de desempeñar. A continuación copiamos unos párrafos:

«La terminación de este ferrocarril y el consiguiente aumento de negocios y población, no será beneficiosa para todos nosotros sino solo para unos pocos. Como regla general (sujeta naturalmente a excepciones) hará más ricos a los ya poderosos; pero para los que nada tienen les será más difícil la vida. Los que tienen tierras, minas, negocios bien establecidos, destreza especial de cierto género se encontrarán más ricos porque aumentarán las ocasiones; los que no tienen más que su trabajo, se encontrarán más pobres y les será más difícil la vida; primero a causa de que se necesitará más capital para comprar tierras o establecerse; y segundo, porque como la competencia reduce los salarios será mucho más difícil que ellos puedan adquirir ese capital.»

Por ese artículo, de unas siete mil palabras recibió Henry George 40 duros.

En Agosto de 1864 dejó el Times Henry George por habérsele rehusado un aumento de sueldo que había solicitado.

Durante todo este tiempo de relativa prosperidad no había dejado de hacer frecuentes remesas de dinero a sus padres para ayudarles en sus necesidades. Esto no le impidió hacer algunos ahorros que tenía depositados en un banco. Entonces quiso realizar un ensueño largamente acariciado: el de ir a Filadelfia, y envió por delante a su familia al cuidado de su hermano Jonn Wallance George que había ido a California tres meses antes.

Su intención era ir en seguida a reunirse con ellos; pero en esto se fundó un nuevo periódico en San Francisco, La crónica, del que fue nombrado director, cargo que solo desempeño unas semanas por no estar conforme con la política del periódico. Pasó a la dirección del Heraldo de San Francisco y se encargó de ir comisionado a Nueva York para negociar el ingreso de este periódico en la Asociación de la Prensa o en otro caso montar un servicio telegráfico especial.

A primeros de Diciembre de 1868 salió con esta comisión para el Este en una diligencia de cuatro caballos, pues todavía no se había inaugurado el ferrocarril transcontinental. «Pasé muchas noches en el pescante, dice en sus notas, y con gran contento alcanzamos, por fin, el ferrocarril donde logré un sleeping-car aunque entonces una cama servía para dos personas.»

Fue primero a Filadelfia donde pasó varios días con toda su familia. Después pasó a Nueva York a desempeñar su comisión. Habiendo rehusado la Asociación la entrada del nuevo diario en su sociedad, se dedicó a montar el servicio de noticias por telégrafo con el mayor éxito, por lo cual visto por la referida Asociación intrigó hasta conseguir se elevaran las tarifas al nuevo periódico y se bajaran para la Asociación. Luchó cuanto pudo, nuevo David, contra el Goliat gigantesco monopolio del telégrafo y de la Prensa. Salió derrotado y dejando a su familia en filadelfia se volvió a San Francisco el 20 de mayo de 1869.

 

The post Dedicado a Henry George – El Impuesto Único – nº10 – Septiembre de 1912 appeared first on Marko Vlahovic-Adamec.

]]>
81
Dedicado a Henry George – El Impuesto Único – nº10 – Septiembre de 1912 https://marko-vlahovic-adamec.com/dedicado-a-henry-george-el-impuesto-unico-no10-septiembre-de-1912/ Sat, 03 Oct 2015 14:20:15 +0000 http://impuestounico.es/?p=76 Comenzamos a publicar una serie de artículos aparecidos en el histórico órgano de expresión de la “Liga Española para el Impuesto Único” en los cuales se narran los más importantes hechos de la vida del decimonónico gran reformador social Henry George. J. Ayo I La niñez y la juventud de Henry George Henry George nació […]

The post Dedicado a Henry George – El Impuesto Único – nº10 – Septiembre de 1912 appeared first on Marko Vlahovic-Adamec.

]]>

Comenzamos a publicar una serie de artículos aparecidos en el histórico órgano de expresión de la “Liga Española para el Impuesto Único” en los cuales se narran los más importantes hechos de la vida del decimonónico gran reformador social Henry George.

J. Ayo

I

La niñez y la juventud de Henry George

Henry George nació el 2 de Septiembre de 1839 en una casita de dos pisos que todavía se conserva en buen estado en Filadelfia, calle 10, Sur de Pine a menos de media milla de la casa del Estado donde se firmó la Declaración de Independencia.

Desde muy niño y ya en la escuela primaria empezó a demostrar su afición a la lectura y el estudio. Todos los ratos de ocio los pasaba devorando libros en la Biblioteca del Instituto de Franklin.

Entre los 16 y los 17 años entró en la tripulación del «Hindoo», buque que hacía el recorrido: Nueva York-Melbourne-Calcuta.

A los 18 años aprendió el oficio de tipógrafo. A los 19 años marchó a California desembarcando en San Francisco el 27 de Mayo de 1858, después de un viaje de 155 días desde Filadelfia.

Muchas y graves vicisitudes pasó en aquel período de su vida con alternativas de bienestar e indigencia. Todos sus ahorros los perdió en la expedición al Río Fracer donde creyó, con otros muchos, encontrar minas de oro. A su vuelta a San Francisco en 1850, volvió a ocuparse en su oficio de tipógrafo.

Por esta época conoció a la que fue después su digna compañera, Miss Annie Corsina Fox. Se casaron el 3 de Diciembre de 1861 cuando él tenía veintidós años y ella diecisiete.

No hubo viaje de bodas para estos recién casados. Lejos de eso a la mañana siguiente levantose el marido a las cinco y salió en busca de trabajo que encontró como tipógrafo suplente. Después de estar trabajando todo el día todavía buscó un destajo por la noche y estuvo trabajando hasta la madrugada.

Poco tiempo después se trasladó a Sacramento y ganó buenos salarios en la imprenta del diario de la mañana «La Unión».

El 3 de noviembre de 1862 nació su primer hijo que lleva su mismo nombre y hoy es distinguido miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, y digno continuador de su santo padre en la noble y grande causa que instituyó.

Esta nueva responsabilidad le hizo procurarse ingresos extraordinarios y entonces ocurrió que habiendo llegado a dar una conferencia un joven periodista llamado Samuel L. Clemens (quien después se hizo célebre como humorista por todo el mundo con el sobrenombre de «Mark Twain») el organizador de dicha conferencia, empleó a Henry George para recoger los billetes a la entrada.

En enero de 1865 nació su segundo hijo, (hoy distinguido escultor en Nueva York) cuando el hogar estaba en las más horribles condiciones de miseria. El médico dijo: «no pierdan tiempo en lavar al niño, sino apresurarse a alimentarle porque se muere de inanición» Lo que entonces ocurrió no lo refirió Henry George hasta diez y siete años después:

«Salí a la calle decidido a que me diera dinero el primer transeúnte que llevara aspecto de llevarlo. Detuve a un forastero y le dije necesitaba cinco duros. Me preguntó que para qué los necesitaba, le repliqué que mi mujer estaba en cama y que no tenía qué comer. Entonces me dio el dinero. Creo que a si no me lo da le hubiera matado en mi desesperación.»

La indigencia de Henry George jamás pudo achacarse a indolencia o disipación. Fue siempre un infatigable trabajador, no tenía ningún vicio a menos que el fumar sea un vicio, y tenía un delicadísimo sentido de su responsabilidad. Lo que le ocurrió fue ser una de las muchas víctimas de aquellos duros tiempos en que Mark Twain confesaba haber estado hambriento y con impulsos criminales ante el escaparate de un restauran en San Francisco. Fue la miseria que trae consigo el desorden en las condiciones industriales.

Por fin volvió a encontrar trabajo y pasó el rigor de la tormenta.

The post Dedicado a Henry George – El Impuesto Único – nº10 – Septiembre de 1912 appeared first on Marko Vlahovic-Adamec.

]]>
76
Objeto de la Liga – El Impuesto Unico – nº1 – Diciembre de 1911 https://marko-vlahovic-adamec.com/objeto-de-la-liga-el-impuesto-unico-no1-diciembre-de-1911/ Tue, 29 Sep 2015 16:07:56 +0000 http://impuestounico.es/?p=15 Aplicación se los principios fundamentales y objeto de la Liga. El Impuesto Unico no es una contribución sobre la tierra sino sobre su valor. Así es que no gravará toda la tierra, sino sólo la que tenga valor y aún en esta no recaería en proporción del uso á que esté destinada sino en proporción […]

The post Objeto de la Liga – El Impuesto Unico – nº1 – Diciembre de 1911 appeared first on Marko Vlahovic-Adamec.

]]>
Aplicación se los principios fundamentales
y objeto de la Liga.


El Impuesto Unico no es una contribución sobre
la tierra sino sobre su valor. Así es que no gravará
toda la tierra, sino sólo la que tenga valor y
aún en esta no recaería en proporción del uso á
que esté destinada sino en proporción de ese valor.

Por consiguiente no es un impuesto sobre el uso ó
las mejoras de la tierra, sino sobre la mera propiedad
y tomará todo lo que recibe el propietario en
concepto d e amo, dejándole íntegro lo que recibe
en concepto de usador de la tierra.

Al evaluar el territorio para la implantación
del Impuesto Unico se deduciría del valor de cada
finca todo el valor creado por el uso individual, así
como toda mejora debida al capital y el único valor
que figurará será el valor de la tierra desnuda de
mejoras ó sea el valor adquirido por su situación,
obras públicas, urbanización, etc., etc. De este modo
el labrador no tendrá que pagar más contribución
que el especulador que conserva una parecida tierra
baldía, ni el hombre que construye un costoso
edificio en un solar pagaría más contribución que
el especulador que conserva vacante un parecido
solar.
En una palabra, el Impuesto Unico obligaría a
pagar la misma contribución por tener tierras vacantes
que por tenerlas en el uso más productivo.

Por consiguiente el efecto del Impuesto Unico
sería:
1.º Trasladar el peso de la contribución, de
los distritos rurales donde la tierra desnuda de mejoras
apenas tiene valor, á las villas y ciudades
donde la tierra desnuda de mejoras alcanza un valor
de cientos de miles de pesetas por hectárea.

2.º Abolir la variedad de impuestos y acabar
con la caterva de inspectores, comisionados y recaudadores
de impuestos, simplificando la administración
y reduciendo su coste.

3.º Abolir las multas y castigos que hoy se
imponen á todo el que mejora un campo, edifica
una casa, instala una máquina ó se ocupa de cual-
quier modo en producir riqueza y emplear trabajo.

4.º Dejar á todos en libertad de aplicar trabajo
ó gastar capital en la producción ó el tráfico
sin ninguua clase de multas ni restricciones, con lo
que cada cual recogería el producto íntegro de su
trabajo, sea manual ó inteleclual.

Finalmente, al tomar para el uso público todo
el valor que adquiere la tierra por el crecimiento y
progreso de la comunidad seria imposible seguir
conservando tierra fuera de uso y únicameute aprovecharía
su propiedad al que la usara. Así se acabaría
para los especuladores y monopolistas el secuestro
de las ocasiones naturales (tales como tie-
rras con valor) y el mantenerlas vacantes ó á medio
uso.

Con esto quedaría abierto al trabajo todo el
campo de empleos que la tierra está ofreciendo al
hombre.


Proyecto de Constitución de la Liga Española
para el Impuesto Unico

Art. 1.º La Socieclnd tendrá el nombre de
<<Liga española para el Impuesto Único>> y su
objeto será trabajar por la implantación de esta
reforma social.

Art. 2.º Todo el que apruebe su objeto
puede hacerse socio mediante la suscripción de
la cuota annal que él mismo fije y que no ha de
ser menor de dos pesetas.

Art. 3.º Cualquier Centro ó Sociedad que
quiera afiliarse á la Liga podrá hacerlo mediante
el pago de una suscripción anual que no sea
menor de cinco pesetas.

Art. 4.º Los socios de la Liga pueden formar
una sucursal local siempre que cuenten con
la aprobación del Comité ejecutivo. Cada sucursal
pagará al Tesorero general de la Liga una
suma no menor de una peseta anual por cada
socio de la sucursal, siendo este socio de la Liga
para todos los efectos.

.A.rt. 5.º Anualmente se celebrará una reunión
general de socios en la cual se elegirá: un
Presidente, Vicepresidentes, Tesorero general,
Secretario general. Consejo central y Comité
ejecutivo. El Comité ejecutivo se compondrá de
un número de socios menor que 20 y mayor
que 10.

Art. 6.º El Presidenre, Secretario y Tesorero
serán ex-oficio miembros del Comité ejecutivo
Los Vicepresidentes y los miembros del
Comité ejcutivo serán ex-oficio miembros del
Consejo central.

Art. 7.º Cada sucursal, centro ó sociedad
afiliada tendrá derecho a designar un delegado
que le represente en el Consejo central, por cada
5 pesetas suscritas.

Art. 8.º Para formar quorum serán necesar-
ios cinco miembros del Comité ejecutivo y
doce miembros del Consejo central.

Art. 9.º La designación para cubrir vacantes
en el Comité ejecutivo ó entre los empleados
se hará por el Consejo central.

Art. 10.º El Comité ejecutivo se reunirá
por lo menos una vez cada 15 días desde l.º de
Septiembre al 30 de Junio y por lo menos una
vez al mes en el resto del año. El Consejo central
será convocado por el Comité ejecutivo por
lo menos una vez al trimestre.

Art. 11.º El Comité ejecutivo presentará a
cada reunión general anual un balance de fon-
dos, visado. referente al año precedente y una
Memoria descriptiva del trabajo realizado por y
para la Liga durante el mismo período.

Art. 12.º No podrá hacerse ninguna enmienda
en la Constitución de la Liga, sino en una reunión
general anual y por una mayoría de los dos
tercios del número de socios presentes y votantes
ó sea una reunión general convocada con este
propósito á petición de un número de socios no
menor de veinticinco, dando cuenta de la pretendida
alteración al Secretario general con un mes
de anticipación y por escrito.

The post Objeto de la Liga – El Impuesto Unico – nº1 – Diciembre de 1911 appeared first on Marko Vlahovic-Adamec.

]]>
30
Manifiesto al país – El Impuesto Unico – nº1 – Diciembre de 1911 https://marko-vlahovic-adamec.com/manifiesto-al-pais-el-impuesto-unico-no1-diciembre-de-1911/ https://marko-vlahovic-adamec.com/manifiesto-al-pais-el-impuesto-unico-no1-diciembre-de-1911/#respond Tue, 29 Sep 2015 15:45:19 +0000 http://el-impuesto-unico.amyca.net/?p=11 Manifiesto El movimiento hacia la justicia social por los medios descubiertos y predicados por el inmortal economista Henry George, está avanzando tan velozmente por todo el mundo, que nos parece ha llegado ya ,el momento de que nuestra nación sacuda su tradicional pereza y se apreste a entrar en liza para derrocar el privilegio y […]

The post Manifiesto al país – El Impuesto Unico – nº1 – Diciembre de 1911 appeared first on Marko Vlahovic-Adamec.

]]>
Manifiesto

El movimiento hacia la justicia social por los
medios descubiertos y predicados por el inmortal
economista Henry George, está avanzando tan velozmente
por todo el mundo, que nos parece ha
llegado ya ,el momento de que nuestra nación sacuda
su tradicional pereza y se apreste a entrar en
liza para derrocar el privilegio y establecer la
igualdad económica.

Entendiendo que esto no podrá hacerse por la
formación de partidos ni haciendo revoluciones,
sino por la propaganda activa y vehemente hasta
conseguir que estas ideas sean conocidas por la
generalidad y reclamadas con urgencia por el cuerpo
electoral y el parlamento. hacemos público llamamiento
a todos aquellos que, viendo el vicio y
la miseria que surgen de la inícua distribución de
la riqueza y privilegio, sienten la posibilidad de un
estado social más elevado y quieran luchar por su
establecimiento.

Como el esfuerzo aislado de casi nada sirve,
nos proponemos agruparnos en una asociación que
tomando por modelo a las llamadas Ligas en Inglaterra,
reuna a todos los que tengan esta aspiración
y acepten el Credo que a continuación pasamos
a exponer.

En esta asociación que llamaremos Liga Española
para el Impuesto Único trabajarán unidos
hombres de distintos y aún opuestos partidos, de
distintas regiones y de distintas creencias y clases,
hasta conseguir incorporar a las leyes el reconocimiento
de los iguales derechos de todos al uso de
la tierra, en cuyo punto se disolverá la Liga por
haber ya logrado su objeto.

El Credo común a todos los socios de la Liga
ha sido magistralmente expuesto por el propio
Henry George, en su conocida obra “La condición
del trabajo” , carta abierta al Papa León XIII y de
ella extractamos lo siguiente:

“Nosotros sostenemos que habiendo sido creado
este mundo por Dios, los hombres traidos a él
por el breve periodo de su existencia terrenal son
las iguales criaturas de su bondad y los sujetos
iguales de su próvida atención.

Siendo los hombres las criaturas iguales de
Dios, tienen iguales derechos, bajo su providencia,
a desarrollar su vida y a satisiacer sus necesidades
lo cual únicamente pueden realizar mediante el uso
de la tierra.

Los hombres, pues, tienen iguales derechos al
uso de la tierra y cualquier convenio que niegue
este uso igual es moralmente ilícito.

Sostenemos así mismo que el único derecho de
propiedad pleno y completo es el que atañe a las
cosas producidas por el trabajo y que este derecho
de propiedad no puede en manera alguna aplicarse
alas cosas creadas por Dios, pues estas cosas son
las continuadas donaciones de Dios a todas las generaciones
de hombres, sin que ninguna pueda
pretenderlas como de su exclusiva propiedad.

El sujetar las cosas creadas por Dios al mismo
derecho de propiedad privada que tan justamente
se refiere a las cosas producidas por el trabajo,
es despreciar y negar los verdaderos derechos
de propiedad, porque en tanto se vea un hombre
obligado a pagar a un semejante por el privilegio
de usar la tierra, en esa misma medida es despojado
de su legítima propiedad.

Entendemos que las reglas que han de fijar
las leyes humanas para el mejor uso de la tierra
dehcn estar de acuerdo con la ley moral y han de
asegurar para todos una participación igual en las
ventajas concedidas en general por la divina providencia.

De acuerdo con esto, si bien negamos el derecho
ala propiedad privada de la tierra, afirmamos
el derecho a la posesión privada de la tierra como
medio para asegurar el derecho de propiedad en
las cosas producidas por el trabajo y sin ir más allá
de este propósito.

Lejos de ser incompatible la individual pose-
sión de la tierra con los iguales derechos de todos
a su uso, pueden y deben combinarse las ventajas
de la posesión privada con la justicia de la propiedad
común.

Para esta combinación proponemos: Que de-
jando la tierra a los individuos en posesión privada
con entera libertad de donarla, venderla o le-
garla, se establezca simplemente sobre ella y para                            uso público un impuesto igual a su valor anual, sin
tener en cuenta ni el uso que de ella se haga ni las
mejoras que sobre ella existan. Y como esto pro-
veería con abundancia a la neceesidad de las cargas
públicas , acompañiaríamos este impuesto sobre el
valor de la tierra con la abolición de toda clase de
impuestos que hoy gravan los productos y procesos
de la industria, los cuales impuestos por sacarse
de las ganancias del trabajo sostenemos son
otras tantas infracciones del derecho de propiedad.

Sostenemos que los derechos de aduanas, los
impuestos sobre los oficios, sobre las ganancias o
utilidades, sobre las inversiones de capital, sobre
la construcción de edificios, sobre los alimentos,
sobre los cultivos de los campos, sobre la industria,
el comercio y el ahorro en todas sus formas y manifestaciones,
son otras tantas violaciones de la ley moral.

Al tomar de este modo por la fuerza lo que
sólo pertenece al individuo se producen los siguientes
desastrosos resultados:

Dar al que carece de escrúpulos una ventaja
sobre el escrupuloso.

Aumentar artificialmente el precio de lo que
unos tienen que vender y otros han de comprar.

Corromper a los gobiernos.

Hacer que el juramento sea una burla.

Perturbar el comercio.

Multar la industria y el ahorro.

Menguar la riqueza de que pudieran gozar los
hombres y empobrecer a unos para enriquecer a
otros.

Son en contra de la doctrina cristiana, puesto
que santifican los odios nacionales, inculcan una
guerra universal con tarifaSshostiles y hacen que
sea una virtud cívica el perjudicar al extranjero.

Bien al contrario de todo esto el impuesto único
sobre el valor de la tierra desnuda de mejoras
está en un todo conforme con la ley moral, puesto
que siendo este valor íntegramente debido al aumento
de población y al progreso social, no proviene
de ningún esfuerzo del trabajo ni de ninguna
inversión de capital.

Por consiguiente, al tomar este valor por el
impuesto no se toma de los individuos lo que les
pertenece, no se toma más que el valor que adquiere
la tierra por el crecimiento de la comunidad y
que por esto pertenece a la comunidad entera.

Al tomar el Estado el valor de la tierra, aboliendo
todos los impuestos sobre los productos del
trabajo, dejaría al trabajador el íntegro producto
de su trabajo.

No impondría carga alguna sobre la industria,
ningún freno al comercio, ningún castigo al ahorro,
aseguraría la mayor producción y la más franca
distribución de riquezas dejando a los hombres
libres de producir y traficar a su gusto sin ningún
aumento artificial de precios.

Siendo el valor de la tierra de una condición
tal que no puede ocultarse, el de más fácil averiguación
y el que más seguramente y con menores
gastos se recolecta, al tomarle para el uso público
se disminuiría considerablemente el número de
empleados, dispensaría de tomar juramentos, acabaría
con las tentaciones de cohecho y evasión y
aboliría crímenes que sólo están en la mente del
hombre siendo en sí mismos inocentes.

La diferencia de nuestra escuela con las demás
está en que nosotros creemos son sagrados los verdaderos
derechos de propiedad; nosotros vemos
que el hombre es en primer término un individuo
y que nada más que daño puede venir de la intromisión
del Estado en la esfera de la acción indivi-
dual; pero vemos al mismo tiempo que el hombre
es un ser social y que el Estado es un requisito indispensable
para el adelanto social, requisito no
inventado sino nacido en el orden natural.

Nosotros nos diferenciamos de los socialistas
así en el diagnóstico de la enfermedad como en los
remedios. Lejos de temer al capital le considera-
mos como el ayudante natural del trabajo, siendo
el interés natural y justo. Nosotros no pondríamos
límites á la acumulación de capitales ni impondríamos
carga alguna sobre el rico que no se impusiera
igualmente sobre el pobre. No vemos mal alguno
en la competencia, sino que al contrario estimamos
que la libre competencia es tan necesaria para
la salud del organismo industrial y social como la
libre circulación de la sangre lo es para el cuerpo
humano; la estimamos, en una palabra, como el
medio de asegurar la cooperación más completa.

Nosotros, simplemente, tomaríamos para la
comunidad lo que pertenece a la comunidad osea
el valor que adquiere la tierra por el crecimiento
de la comunidad, dejando sagradamente al individuo
lo que al individuo pertenece y tratando los
necesarios monopolios como funciones propias del
Estado, aboliríamos todas las restricciones y prohibiciones
excepto las requeridas por la salud, seguridad,
moralidad y conveniencia públicas.

Nosotros vemos que las relaciones humanas,
sociales e industriales, no son una máquina que re-
quiera construcción, sino un organismo que no necesita
más que dejarle que crezca.

Para nosotros todo lo que se necesita para remediar
los males de nuestro tiempo es: hacer justicia
y dar libertad.

Nosotros rechazamos con energía todos los
demás remedios que generalmente se preconizan, a
saber:

El intervencionismo del Estado por inútil y
contraproducente, siendo imposible la regulación
del salario por el Estado.

La parcelación de los latifundios y la llamada
colonización interior, porque su efecto sería aumentar
el valor en venta de los terrenos y porque
la misma razón existe para que el Estado ayude a
un individuo para comprar una tierra que para
ayudar a otro a comprar una caballería, a aquel
unas herramientas, a estotro a abrir una tienda y
a estotro para todo lo que él presuma sea capaz de
hacer un buen uso.

Esto sería tomar, por la fuerza, de los que tienen
para dárselo a los que no tienen.

La parcelación de los latifundios es fútil; la
tierra cuando sube de valor, siempre pasa de ma-
nos de los pobres a las de los ricos, exactamente
como cuando un pobre se encuentra un diamante
se apresura a vendérselo a un rico.

                                       No hay más que un camino para acabar con                                     un mal y este camino es extirpar la causa. No hay
más camino que el que nosotros proponemos, o sea
el tomar para la comunidad los beneficios de la
propiedad de la tierra.

Al tratar de restituir a todos sus iguales y naturales
derechos no tratamos de beneficiar a una
clase sino a todas. Porque nosotros conocemos por
la fé y vemos por los hechos que la injusticia jamás
beneficiará a nadie, mientras que la justicia a
todos ha de beneficiar.

Y al tomar para usos sociales lo que vemos
ser el gran caudal destinado para la sociedad según
el orden divino o natural, no impondríamos la
menor carga sobre los poseedores de riquezas, fuese
cual fuese su grado de opulencia. No solamente
tenemos tales cargas por violaciones del derecho
de propiedad, sino que vemos que en virtud de preciosas
adaptaciones en las leyes económicas del
Creador, es imposible que nadie adquiera lícitamente
riquezas sin que al mismo tiempo no haya
añadido algo a la total riqueza del mundo.

La verdad que nosotros sostenemos ha hecho
ya tales progresos en la mente de los hombres, que
no hay poder humano que impida su avance. Australia,
Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania,
Dinamarca y el Canadá ya han dado los primeros
pasos hacia el Impuesto Único. Jamás idea alguna
marchó tan deprisa hacia el terreno de la práctica.

En efecto, puede decirse que la sentencia de la
esclavitud industrial está ya firmada..,

Nosotros pretendemos que nuestro país no se
quede atrás en este movimiento civilizador y de redención
social y hemos acordado hacer este público
llamamiento para organizar sobre base firme la
Liga española para el Impuesto Único, que ha de
trabajar para la implantación de esta reforma y
mantener estrecha correspondencia con sus her-
manas del extranjero.

FIRMADO:
Antonio Albendín.-Baldomero Argente.-Diego
Amaya.-Francisco Amaya Rubio.-Eladio
Caro.- Francisco Cerezo.- Luís Corró.-Juan
Díaz-Caneja.-José Gascón.-Guillermo Igaravídez.-
Manuel Marraco.-Franlisco Molina.-Arturo
Molina.-Carlos Rahola.-Diego Ruíz.-José
Ruíz-Castizo.-Cándido R. Pinilla.-José
Mª de Sucre.-José Tomas Valverde.

Las adhesiones pueden remitirse a las siguientes
señas:
En Barcelona, á D. José M. a de Sucre.-Torrente
de las Flores, 1 72.-Torre Salud de Gracia.
En Zaragoza, á D.Manuel Marraco, Fabricante.
En Málaga, á D. Antonio Albendín, Méndez-Nuñez, 21.-Ronda.
En Córdoba, á D. Arturo Molina, abogado.-Barroso, 4.
En Cádiz, D. Guillermo Igaravídez. abogado.-Sagasta, 30.
En Palencia, á D. Juan Díaz-Caneja, abogado.-Mayor, 24.
En Salamanca, á. D. Cándido R. Pinilla, publicista.- Rúa, 61.

The post Manifiesto al país – El Impuesto Unico – nº1 – Diciembre de 1911 appeared first on Marko Vlahovic-Adamec.

]]>
https://marko-vlahovic-adamec.com/manifiesto-al-pais-el-impuesto-unico-no1-diciembre-de-1911/feed/ 0 29