Continuamos con los artículos dedicados a la vida de Henry George. Esta vez, presentamos la cuarta parte, dedicada a la elaboración del que fuera uno de los libros más vendidos de los Estados Unidos de América: “Progreso y Miseria”.
J. Ayo
IV
Elaboración del monumental libro:
“Progreso y Miseria”
El 4 de Diciembre de 1871 apareció el primer número del periódico Daly Evening Post fundado por Henry George con escaso capital. Dos años más tarde tuvo que hacer un empréstito para sostenerle y habiendo exigido el prestamista (el senador John P. Jones) en 1875 la devolución inmediata del dinero, el 27 de Noviembre fue entregado en pago el periódico a sus representantes sin un céntimo de compensación.
«Me quedé –dice Henry George en sus notas-, otra vez sin dinero y entonces escribí al Gobernador Irwin a cuya elección había yo contribuido meses antes, pidiéndole un destino donde tuviera poco que hacer y un regular sueldo para poder dedicarme a escribir algo muy importante. Inmediatamente me concedió el destino de Inspector de los Contadores de gas del Estado de California que me proveyó de lo necesario para la vida, aunque con intermitencias, sin ocuparme mucho tiempo.»
Mientras tanto, la familia había ido a San Francisco a reunirse con él. En 13 de Enero de 1867 Henry George tomó posesión de su cargo. El 15 de Agosto debutó como orador en un meeting disertando sobre el tema «La Cuestión ante el pueblo» y comenzó a revelarse como un elocuente apóstol.
A mediados de 1877 dio una portentosa conferencia en la Universidad de California en Berkeley. Tres cuartos de hora duró la conferencia que maravilló a sus oyentes; pero el efecto en el profesorado fue terrible. ¿Cómo habían de soportar la fina ironía con que les fustigó? El resultado fue romper el compromiso que con él habían contraído para adjudicarle la Cátedra de Economía Política de nueva creación en aquella Universidad.
El 4 de Julio de 1877, con ocasión del aniversario de la Independencia pronunció un memorable discurso sobre el tema «La República Americana».
El teatro de California era pequeño para contener el auditorio que acudió llamado por su ya creciente fama. El discursó terminó con un majestuoso apóstrofe a la Libertad, que difiere poco del que hoy podemos leer en «Progreso y Miseria» y pocos se dieron cuenta de que aquel era el primer ataque oral a la fortaleza de «los intereses creados» (propiedad privada de la tierra).
Con fecha 18 de Septiembre de 1877 puso Henry George manos a la colosal obra que bautizó con el nombre Progreso y Miseria. Su alma entera retornaba el antiguo problema que tanto le sobrecogió y atormentó y que no le dejaba descansar. Todo el país sufría industrial depresión. Los motines y desórdenes eran frecuentes en las grandes ciudades. Grandes huelgas de ferroviarios amenazaban el Este y las tropas se pusieron sobre las armas. Hubo una revolución en Baltimore, en Chicago funcionó la artillería y en Pitsburgo las víctimas montaron a 200 y las pérdidas materiales a 12 millones de duros.
Entonces se sentó ante su bufete Henry George a comenzar la obra que luego resulto ser un monumento.
Esta labor la interrumpió el 2 de Octubre del mismo año, fecha del nacimiento de su cuarto hijo, una niña, a quien puso por nombre Ana Angela. Sus otros tres hijos Henry, Ricardo y Jennie tenían entonces, respectivamente, quince, trece y diez años de edad.
Por el placer que Henry George mostró al rodear de mimos y cuidados a su digna compañera se deducía que recordaba con espanto la época terrible en que vino al mundo se segundo hijo sin haber en la casa ni un pedazo de pan que dar a la madre.
Sin embargo la adversidad llamaba de nuevo a sus puertas. El destino de Inspector de los contadores de gas que parecía tan lucrativo, iba produciendo cada vez menos.
Por entonces, varios iniciados en sus teorías, entre ellos William M. Hinton, James G. Maguire, John M. Days, John Swett, Joseph Leggett, Patrick S. Murphy y S. L. Mann, comenzaron a reunirse con Henry George y su hermano Jolin V. George en el despacho del abogado Maguire en Clay Street para discutir las teorías asentadas en el folleto «Nuestra tierra y nuestra política territorial». De estas discusiones, nació la primera Liga para la abolición del monopolio de la tierra, compuesta de unos treinta socios y que llevó el nombre de «La Liga para la reforma territorial de California».
Esta fue la primera organización en el mundo para propagar las ideas de Henry George. El presidente fue Joseph Leggett un abogado natural de Dublin (Irlanda) y el Secretario Patrick S. Murphy redactor del «Evening Post».
Uno de los primeros actos de esta Liga fue invitar a Henry George a dar una conferencia remunerada, lo que verificó en el Metropolitan Temple el 26 de Marzo con el tema «Por qué escasea el trabajo, el salario es bajo y los obreros descontentos».
Aquella vez la concurrencia fue escasa y su voz clamó en el desierto.
Tres meses más tarde dio otra conferencia en la «Asociación de jóvenes hebreos de San Francisco». Esta conferencia, con el título «Moises» ha quedado como una de las obras maestras de Henry George y todas las Ligas para el Impuesto Único la han publicado desde entonces en forma de folleto.
Después de estas y otras interrupciones ocasionadas por la policía, volvió a su obra que ya no volvió a interrumpir. Oigamos a su hijo:
«Al entrar en su biblioteca, veíamos al autor ligeramente inclinado sobre una gran mesa en el centro de la habitación, escribiendo su libro. Vestido con traje de casa, una mano sujetaba el papel y la otra movía una blanda pluma de oro. Al sentir ruido, se incorporaba un poco volviendo la cara, un brazo en la mesa y el otro sobre el respaldo de la silla en actitud que jamás pude olvidarse: una dulce sonrisa en sus labios, las mejillas brillantes, la frente llena de pensamientos y una expresión inexplicable en sus azules ojos de mirada suave, recta y penetrante como si descansara en el mundo de los ensueños de los puros de corazón.»
Esto era en el número 417 de la calle Primera. Allí se terminó el libro. En su biblioteca había almacenado todas las comodidades que poseía. Por gradual adquisición llegó a reunir cerca de 800 volúmenes que eran su única propiedad en el mundo. Había tratados de Economía política, historia, biografía, poesía, filosofía, ciencias, viajes y descubrimientos y muy pocas novelas.
Su obra la terminó hacia mediados de Marzo de 1879 cerca de año y medio de su comienzo.