Supongamos una comunidad donde la renta de la tierra se privatizara, como ocurre actualmente. Dentro de un piso antiguo de 200.000€, el 80% correspondería al valor de la tierra y el resto, al piso mismo. Tengamos en cuenta que el porcentaje es totalmente probable, puesto que actualmente y de media, sucede así. En este caso, para acceder al piso, uno debería desembolsar 200.000€, con la consiguiente hipoteca y lo que esto supone. La banca es la gran interesada en que la renta siga siendo privada.
Supongamos ahora una comunidad donde la renta se gravara por completo. Para acceder al piso, ahora el desembolso pasaría a ser de 40.000€.
Lo que hay detrás de esto es la eliminación del precio de venta de la tierra, diferente a la renta, que seguiría siendo la misma, o incluso mayor. ¿De dónde sacamos esto?
El precio de la tierra es la renta anual capitalizada al interés corriente. P= R/(i+t) Donde P es el precio de venta, R la renta anual, i el interés corriente y t, el impuesto sobre el valor de la tierra (si lo hubiere). Vayamos con el primer supuesto:
¿De dónde salen los 160.000€ del valor de la tierra? El precio se obtiene tras dividir la renta entre el interés corriente, que pongamos que es del 5%. Si supiéramos la renta anual, podríamos sacar el precio, pero como nos es desconocida, saquémosla utilizando el precio: 160.000×0.05=8.000€
Vayamos con el segundo supuesto:
Sabemos por el supuesto número uno que la renta anual es de 8.000€ y el interés 5%. Aplicando la fórmula, 8000/(0.05+8000)=0.9 que sería lo correspondiente al interés. Como observamos, el precio de venta de la tierra quedaría abolido, y por tanto, como indicamos arriba, 40.000€ sería lo que uno tendría que pagar para acceder a un piso que actualmente “tiene un precio” de 200.000€.
Es fácil observar que la implantación del Impuesto Único facilitaría el acceso a la vivienda al eliminar el precio de venta de la tierra, pero si vamos más allá, vemos que el Impuesto reduciría los precios de las viviendas al obligar a venderlos a quienes mantienen pisos como excusa para especular con la tierra, pues la vivienda se deprecia con el tiempo, pero paradójicamente cada año acceder a la misma cuesta más, y esto se debe a que el aumento del valor de la tierra compensa con creces la reducción del precio de la vivienda. En el caso español, los bancos mantienen una gran cantidad de viviendas a la espera de que aumente el precio de la tierra, y el Impuesto al Valor de la Tierra al ser un golpe al corazón mismo del sistema, supondría una lucha por deshacerse de las viviendas, cuya consecuencia sería una reducción radical de los precios. Si a esto sumamos la eliminación de los demás impuestos, acceder a la vivienda sería todavía más fácil. A largo plazo, una de las consecuencias de liberar la tierra y eliminar los impuestos que frenan la creación de riqueza, sería que los salarios subirían hasta lo que justamente les corresponde al revertir la situación del mercado laboral, de tal manera que la demanda de trabajadores sería mayor que la oferta de estos, lo que facilitaría hasta el ridículo el acceso a una vivienda. Ya no sería necesario firmar un contrato de esclavitud con el banco para tener un techo, ni depender del Estado para vivir una vida digna, porque aquí, solo hemos reparado en el candente tema de la vivienda, pero es fácil percatarse de los beneficios del Impuesto Único sobre el Valor de la Tierra.
J. Ayo